“Tercera dosis: vacuna contra la omnipotencia” Columna Julio 2021, Revista Cámara de Comercio de Santiago

Mauricio Peñaloza C.

“Tercera dosis: vacuna contra la omnipotencia”

“Michael J. Sandel, profesor de Harvard, en su libro “La Tiranía del Mérito” señala que cuanto más nos concebimos como seres hechos a sí mismos y autosuficientes, más difícil nos resulta aprender de gratitud y humildad y preocuparnos, en consecuencia, del bien común.

Sandel se refiere en su libro a la “Política de la humillación” que da espacio para el aprovechamiento de políticos populistas que ofrecen terminar con la humillación y el menosprecio del pueblo por parte de las élites, supuestamente meritocráticas, que se congratulan como ganadoras y denigran a los perdedores.

Durante este mes hemos vivido en Chile dos episodios aparentemente lejanos entre sí, pero muy cercanos y similares desde la perspectiva ética y del bien común. 

El primero ocurrió con la sesión inaugural de la convención constitucional, la cual a los pocos minutos de iniciada fue interrumpida abrupta y forzosamente por una convencionista, quien a gritos exigió a la relatora del Tricel, encargada de dirigir esa primera sesión, detenerla, debido según ella, a las manifestaciones que estaban ocurriendo en las inmediaciones en las cuales estaban golpeando a sus familiares.

La convencionista se concibió como autosuficiente y parte de una élite política omnipotente para exigir lo que a su simple juicio sea legítimo, sin importar el bien común y las facultades y competencias de otras autoridades legalmente investidas, concepción que lamentablemente también ejerció la presidenta de la convención al promover y liderar una declaración que excede a sus atribuciones.

En el segundo episodio, durante los mismos días, el presidente del directorio de la Clínica Las Condes, habría exigido, también en forma omnipotente, al equipo de enfermería de la clínica que preside que se le inoculara una tercera dosis de la vacuna contra el coronavirus, pese a que tal dosis no está contemplada en el programa de vacunación nacional y que las vacunas estaban destinadas a otros beneficiarios y no son de propiedad de la clínica, hechos por los cuales enfrenta una denuncia penal y un sumario sanitario. Adicionalmente, la funcionaria de la clínica que habría informado lo ocurrido, habría sido despedida.

Recordé mi juramento de abogado el año 1997 esperando largamente con mis padres y mi señora en los pasillos de la Corte Suprema para ingresar al salón respectivo y al hacerlo ver con desagradable sorpresa que ya había otros familiares sentados en las primeras filas desde antes de que se abriera el salón y no solo eso, ver que se iniciaba la ceremonia tomándole primero juramento a un solo nuevo abogado que era hijo de un ministro quien le entregó personalmente el título a su hijo. El silencio del aplauso de los asistentes a este primer juramento especial y privado fue estruendosamente incómodo pero merecido.

Recordé también cuando me nombraron socio de una firma consultora y con ello accedí al comedor de socios ubicado en el último piso del edificio y al cual sólo podían acceder los socios y discutí con varios de ellos mi discrepancia sobre tener un comedor destinado única y exclusivamente para los socios y lo contradictorio que era para nuestra cultura y cohesión profesional. Sin embargo, el comedor se mantuvo y yo seguí almorzando casi todos los días fuera de ese comedor, con mi equipo u otros colegas, en el Colonia o Dominó, entre otros clásicos restaurantes del centro de Santiago.

¿Almorzará algunas veces el presidente de la clínica con funcionarios no directivos?

¿Almorzará la presidenta de la convención constitucional con convencionistas de orígenes, tendencias políticas y trayectorias vitales distintas a la de ella?

Espero que sí y que ambos comprendan que es parte fundamental de su liderazgo el respetar y promover el pleno ejercicio de las competencias y autonomía que cada miembro de sus respectivas organizaciones tiene y que de esa forma contribuirán positivamente al crecimiento, progreso y desarrollo organizacional y al bien común de toda la sociedad.

Termino recordando también que hace varios años, en la Universidad George Washington, durante un recreo fui al baño y me encontré con uno de los académicos directores de la facultad respectiva, quien después de lavar sus manos y secarlas con una toalla de papel desechable, limpió y secó su lavamanos y los contiguos y arrojó el papel al basurero.

Desde ese día, hago lo mismo, a lo mejor me nombran director en una universidad extranjera.”

Julio 2021.

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