“Maradona Dios” Columna del mes de Diciembre 2020 de la Revista del Comercio.

Mauricio Peñaloza C.
Abogado, miembro del Comité de Personas CCS

“Maradona Dios”

Estaba en primero medio el año 1986, cuando vi el que es considerado el mejor gol de los mundiales de fútbol, convertido por Diego Armando Maradona, jugando por la selección argentina en contra de la selección inglesa, en cuya ejecución corrió más de 60 metros eludiendo a cinco jugadores, incluido el arquero inglés.

Ese sería el mundial de Maradona y con él, el de Argentina y sería el último que ganarían hasta ahora.

En esa época Chile no había ganado ninguna competencia de fútbol de relevancia internacional y los niños veíamos con envidia y lejanía lo que alcanzaban países como Argentina y Brasil y admirábamos a sus jugadores.

Todos queríamos ser Maradona y tener uno chileno que nos llevara con su magia a ganarlo todo.

En esa época jamás habríamos pensado que ese “Dios” moriría este año, tan joven, a los 60 años, producto de sus excesos.

Al ver las historias, reportajes, videos y memorias que se publicaron con ocasión de su muerte, una de las palabras más repetidas fue Dios con el número 10 en su interior: “D10S”.

Se ha ido la “Mano de Dios” en alusión al otro gol que le marcó también a los ingleses en el 86, esta vez no con magia, sino con la mano.

Maradona ha sido un fiel reflejo de la crisis social, cultural y política que enfrentamos en Chile, Argentina y gran parte de Latinoamérica.

Después de su muerte, en Argentina han tenido que tomar resguardos con el cuerpo de Maradona para que no sea profanado y se sustraigan partes de él, las cuales probablemente serán veneradas como reliquias santas y senadores argentinos han propuesto que uno de los billetes lleve impreso el rostro de Maradona.

A Messi no le perdonan los argentinos que no haya logrado igualar a Maradona, pese al extraordinario talento que aquél también tiene. Pero no es Dios.  No ha logrado lo imposible.

Recuerdo entonces los últimos tres campeones mundiales de fútbol: Francia, Alemania y España.   Equipos con extraordinario juego colectivo, sin un Dios, pero con disciplina, perseverancia y diversidad. Francia, por ejemplo, último campeón mundial, tuvo en su equipo más de un 75% de jugadores de origen inmigrante.

En Argentina todo sería distinto con Maradona …

Ese es el problema que enfrenta Argentina, pero también Chile, creer que un caudillo, un salvador, un dios va a solucionar mágicamente todas nuestras dificultades.

En Argentina fue Maradona, en Chile es la nueva Constitución, el Estado, una nueva ley, un nuevo bono o cargo o el próximo presidente de la República.

Lavín, Jadue, Kast o Jiles nos salvará, dado que no tenemos a Maradona.

Curiosamente Maradona fue muy cercano y gran defensor de históricos caudillos como Fidel Castro, Hugo Chávez y Nicolás Maduro, quienes prometieron liberar y salvar a sus respectivos pueblos cubano y venezolano, salvación que no les ha llegado en décadas.

El fútbol y la vida nos muestran que de vez en cuando, rara vez, surgen genios que logran lo imposible sólo con su talento, pero los demás mortales y el resto del tiempo tenemos que practicar y trabajar duro, para ser medianamente buenos en el fútbol y en la vida. No somos Maradona.

La veneración de esos dioses terrenales, sean deportistas, políticos o figuras públicas o incluso instituciones como la Constitución, el Estado o la Presidencia de la República, jamás van a suplir la labor que debemos cumplir día a día cada uno de los miembros de la sociedad en nuestros diversos roles.

El funcionamiento y desarrollo de la sociedad se sustenta esencialmente en la suma de las virtudes de sus ciudadanos, al igual que los equipos que ganan permanentemente los campeonatos se sustentan en un propósito común y una extraordinaria disciplina.

¿Cuál es nuestro propósito común y extraordinaria disciplina en Chile?

La crisis que hoy vivimos en Chile se origina en gran medida en la búsqueda de ese Dios exógeno, salvador, mágico que con su único talento logrará solucionar todos nuestros problemas sin que seamos nosotros los verdaderos responsables de nuestros éxitos y fracasos.

Maradona, hizo felices a los argentinos en el año 1986 y hoy lloran su muerte preguntándose cuando nacerá el próximo Dios y si será argentino.

Yo prefiero que hagamos el camino largo, trabajando integrada y disciplinadamente entre todos: empleadores y trabajadores; sector público y privado; nacionales y extranjeros; talentosos y esforzados. Probablemente no ganaremos el próximo mundial de fútbol, pero sí un país con democracia, estado de derecho, progreso sostenible y en una de esas, algún campeonato.

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